Al principio, 'Desarrollo del Capital Humano' sonaba a eso: a recurso, a planilla, a algo que se gestiona en una oficina. Pensé que sería un montón de teorías sobre cómo hacer más productiva a la gente en las empresas. Y sí, lo fue, pero fue mucho más.Resulta que esta materia no era solo un conjunto de herramientas; era un espejo.Cada tema, cada lectura, era como si me estuviera haciendo una pregunta incómoda pero necesaria: "Y a ti, ¿qué te motiva?" "¿Cómo manejas tus propios conflictos?" "¿Estás invirtiendo en tu propio capital?" Fue raro, porque empecé a analizar cada caso de estudio no solo como un ejercicio académico, sino poniéndome en los zapatos del líder, del colaborador, de la persona en crisis... y finalmente, en los míos.

 

Armar el portafolio fue el click. No fue solo juntar trabajos. Fue como ver las piezas de un rompecabezas que de repente formaban una imagen clara.

Al ver todo junto ese semestre de trabajo, desde las primeras definiciones titubeantes hasta los últimos análisis con más seguridad, me di cuenta de que el verdadero capital humano que estaba desarrollando era el mío.Aprendí que un plan de carrera no es solo un documento de RH, es la brújula de tu propia vida profesional. Que la retroalimentación no es una crítica, es el combustible para crecer.

 

Y que la motivación no es algo que los jefes le "inyecten" a la gente, sino algo que se construye con propósito y reconocimiento.Al final, la materia no me dejó solo con un certificado o una calificación. Me dejó con un lenguaje para entender las dinámicas de cualquier grupo de personas y, lo más importante, con una lupa para verme a mí mismo dentro de ellas. Fue el curso que nos enseñó que detrás de cada 'recurso humano', hay simplemente un humano.Y eso, la verdad, no es algo que se olvide al salir del examen final.